Meditaciones y cavilaciones sobre el "Antimanual de filosofía" de Michel Onfray.

¿Es necesario contar con una guía para apreciar una obra de arte?

Cuando nos sumergimos en el fascinante mundo del arte, descubrimos que cada obra es como una pieza única de un mandala, una expresión individual que lleva consigo su propio idioma, una estructura especial que es crucial para comprenderla y disfrutarla plenamente. Es como si cada pintura, escultura, composición musical o actuación nos invitara a sumergirnos en su mundo lingüístico, a descifrar sus mensajes y a captar sus símbolos.


Así como no podemos esperar entender un idioma que no conocemos sin antes familiarizarnos con sus reglas gramaticales y su vocabulario, tampoco podemos pretender apreciar completamente una obra de arte sin conocer su contexto, su técnica, su historia y sus influencias. Cada detalle de una obra de arte, desde la elección de los colores hasta la disposición de las formas, desde el ritmo de una melodía hasta la estructura de una narrativa visual, está lleno de significado y relevancia cultural.


Ignorar este contexto lingüístico del arte es como perderse la riqueza de su mensaje y la profundidad de su impacto. Es como tratar de leer un libro en un idioma que no entendemos: podemos captar algunas ideas superficiales, pero nos perderemos la esencia y la sutileza de lo que el autor intenta transmitir. De la misma manera, al enfrentarnos a una obra de arte sin comprender su idioma, corremos el riesgo de interpretarla de manera superficial y limitada.


Por lo tanto, la necesidad de un "descodificador" para entender una obra de arte no es solo una sugerencia, sino una premisa esencial. Este "descodificador" puede tomar diversas formas: puede ser un conocimiento profundo de la historia del arte, una comprensión de las corrientes estéticas y filosóficas que han influenciado su desarrollo, o simplemente una sensibilidad cultivada a través de la experiencia y la reflexión. Sea cual sea su forma, este "descodificador" nos permite desentrañar los misterios del arte y conectarnos más íntimamente con sus creadores y sus mensajes.


En América, podemos observar una gran cantidad de grabados rupestres, sobre todo en áreas como Venezuela y la Patagonia. En cuanto a los idiomas, encontramos una diversidad que va desde lenguas habladas por muy pocas personas, como el kirguís, hasta lenguas dominantes como el inglés americano. En el ámbito artístico, podemos apreciar obras provenientes de civilizaciones antiguas ya desaparecidas, como Sumeria y los etruscos, así como de civilizaciones en declive como Europa, y otras que representan el estilo de vida americano.


En última instancia, la comprensión de una obra de arte va más allá de su apariencia física; implica sumergirse en su mundo conceptual y emocional, explorar sus múltiples capas de significado y apreciar su relevancia en el contexto más amplio de la cultura y la sociedad. Por lo tanto, hacer un juicio estético sin conocer las condiciones en las que la obra de arte existe y aparece es, en realidad, una tarea imposible, ya que implica pasar por alto toda la riqueza y complejidad que el arte tiene para ofrecer.

¿Qué información es importante conocer sobre una obra de arte para comprenderla mejor?

Para comprender plenamente una obra, es esencial contextualizarla en su entorno geográfico e histórico. Esto implica no solo identificar el lugar y el momento en que fue creada, sino también comprender las condiciones sociales, políticas y culturales que influyeron en su desarrollo. Por ejemplo, al examinar un mural en una ciudad, podemos preguntarnos no solo quién lo pintó y cuándo, sino también qué eventos históricos o movimientos artísticos lo inspiraron, qué mensajes políticos o sociales intenta transmitir y cómo fue recibido por la sociedad en ese momento.

Además, es fundamental explorar el proceso de creación de la obra. ¿Quién la financió y por qué? ¿Cuál fue el papel del artista en su realización y qué técnicas o materiales eligió utilizar? Estas preguntas nos ayudan a comprender las motivaciones y las circunstancias que dieron origen a la obra, así como a apreciar las habilidades técnicas y la creatividad del artista.

Al investigar la biografía del autor, podemos descubrir conexiones entre su vida personal, sus experiencias y su obra. ¿Qué eventos o influencias marcaron su desarrollo artístico? ¿Qué temas o estilos eran importantes para él y por qué? Conocer la historia del artista nos permite entender su perspectiva única y su contribución al mundo del arte.

Además, es importante considerar el contexto cultural y estético en el que se inscribe la obra. ¿Cómo se relaciona con otras obras de su tiempo o con movimientos artísticos más amplios? ¿Qué innovaciones o tradiciones refleja? ¿Cuál es su lugar en la historia del arte y cómo ha sido interpretada por críticos y estudiosos a lo largo del tiempo?

Por último, debemos reconocer que la interpretación de una obra de arte es inherentemente subjetiva y que cada espectador puede encontrar significados diferentes en ella. Sin embargo, al comprender su contexto y las intenciones del artista, podemos enriquecer nuestra experiencia y apreciación de la obra. La comprensión completa de una obra de arte requiere no solo un análisis técnico y estilístico, sino también una sensibilidad hacia su contexto histórico, cultural y biográfico.

                     "La Libertad guiando al pueblo"
Cuadro de Eugène Delacroix.

El lazo "artista-espectador".

El artista tiene la tarea de crear y mostrar su obra al público, presentándola de manera que exprese sus ideas, emociones y perspectivas. Sin embargo, esta es solo una parte del proceso artístico. La otra mitad del trabajo la realiza el espectador, quien al observar y experimentar la obra, le da vida y significado. Este intercambio es comparable a una simbiosis artística, donde tanto el creador como el observador desempeñan roles cruciales.

El objeto artístico, en sí mismo, adquiere su pleno sentido cuando es interpretado por alguien que lo aprecia. Este significado no surge solo del objeto, sino también de la cultura, el temperamento y el carácter de la persona que lo contempla. Cada espectador aporta su propia perspectiva, experiencias y sensibilidad, enriqueciendo así el valor y la comprensión de la obra.

Por esta razón, es fundamental que el espectador adopte una actitud artística, abierta y receptiva. No se trata solo de mirar una obra de arte, sino de interactuar con ella, permitiendo que sus elementos resuenen con nuestras propias experiencias y emociones. Esta interacción dinámica transforma la experiencia del arte en algo vivo y significativo.

En resumen, el proceso de creación y apreciación del arte es una colaboración entre el artista y el espectador. El artista pone en el mundo su visión a través de su obra, y el espectador, con su mirada atenta y sensible, completa esa visión al otorgarle un significado personal y cultural. Así, la obra de arte se convierte en un puente entre el creador y el observador, uniendo sus mundos en una experiencia compartida.

The Mystery of the Ordinary' - The New York Times
"La reproducción prohibida"
Pintura de René Magritte.

¿Cómo llegamos a ser ese entusiasta, ese apasionado por el arte?

Desarrollar una pasión y atracción por el arte es un proceso que se construye a través del uso del juicio crítico. Este camino requiere tiempo y esfuerzo constante; dedicar solo unas pocas horas no será suficiente para maravillarse con el arte. La formación del juicio también requiere orden, método y, preferiblemente, la guía de un maestro. 

La escuela debería desempeñar este papel, aunque muchas veces no lo hace; la familia también podría hacerlo, pero no siempre es posible. Esta tarea también es responsabilidad de cada uno de nosotros, personalmente. Visiten museos, asistan a conciertos, observen las construcciones públicas y privadas en la calle con una nueva perspectiva, vayan a exposiciones, dedíquense tiempo en galerías, escuchen emisoras especializadas en la música que les gustaría conocer. Disfruten de buenos vinos y platos de calidad, ejercitando su gusto y sus impresiones, comparando opiniones, describiéndolas, compartiéndolas con amigos, parejas, e incluso escribiéndolas para ustedes mismos.

Todo esto contribuye a la formación de su sensibilidad, sensualidad, inteligencia y, finalmente, de su juicio. Un día, sin previo aviso, el ejercicio del juicio se producirá de manera natural y sencilla. Entonces descubrirán un placer que muchos desconocen, especialmente aquellos que se conforman con repetir los tópicos de su tiempo, de sus conocidos o de su entorno frente a una obra de arte.

Darse cuenta de que el arte es más que una mera representación visual o auditiva, que tiene la capacidad de transmitir emociones profundas, ideas complejas y experiencias únicas, es un hito significativo en este camino. Al sumergirse en el mundo del arte, se despierta una nueva forma de ver el mundo, se aprende a apreciar la sutileza y la belleza en los detalles más pequeños. Esta apreciación no solo se limita a las obras maestras colgadas en los museos, sino que se extiende a las cosas cotidianas, a la arquitectura de nuestra ciudad, a la música que escuchamos, a la comida que disfrutamos.

Además, involucrarse activamente en discusiones sobre arte, compartir opiniones y aprender de las perspectivas de los demás enriquecen aún más nuestra comprensión y apreciación. Participar en talleres, cursos y eventos relacionados con el arte puede abrir nuevas puertas y permitirnos conocer a personas con intereses similares, creando una comunidad de aprendizaje y crecimiento mutuo.

 Es un proceso que, aunque desafiante, resulta inmensamente gratificante, ofreciendo una profunda satisfacción personal y una mayor conexión con el mundo que nos rodea.


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